A qué se llama ‘arquitectura posmoderna’

Arquitectura

Historicismo

12 diciembre 2017

AT&T Building / Sony Tower en Nueva York. Philip Johnson + John Burgee (1984). Foto © David Shankbone, 2007

The Seagram Building en Nueva York. Ludwig Mies van der Rohe + Philip Johnson (1958). Foto cortesía de 375parkavenue.com

 

Me gusta el edificio de Johnson & Burgee (izq.) y la fotografía de Shankbone me parece excelente. El edificio es espectacular desde su impresionante arco de entrada hasta su remate, que a los especialistas les recuerda por su detalle al trabajo del ebanista Thomas Chippendale. Aunque a mi lo que más me gusta es que desborda cadencia clásica desde la cabeza hasta los cimientos. Aunque resulte paradójico, esta estética clásica es precisamente, lo que lo convierte en uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura posmoderna. Por qué digo paradójico; pues porque cuando en la historia del pensamiento hablamos de posmodernidad nos referimos a un movimiento que se opone a la legimitidad de la Razón Ilustrada porque (a) fractura la idea moderna de una Verdad absoluta y eterna, y (b) plantea la legitimidad de las, diríamos, verdades contextualizadas. Lo paradójico del uso del adjetivo posmoderno en arquitectura reside en que en humanidades y ciencias sociales se suele vincular, siquiera a bote pronto, lo moderno con lo clásico.

Pero claro, cuando trasladamos la pluralidad de legitimidades –fundamento posmoderno clave– a la arquitectura encontramos que existen como mínimo dos verdades que son absolutas y eternas: las leyes de la física («las cosas se caen si no están sujetas») y la resistencia de los materiales («las cosas se rompen si se les fuerza demasiado»). Estas dos leyes impiden que los arquitectos posmodernos se sientan legitimados a plantear su verdad como autorizada. A los que así han interpretado el posmodernismo, por ejemplo Calatrava, el implacable paso del tiempo los resitúa.

Por esto cuando se habla de arquitectura posmoderna la mayoría de autores se refiere exac-ta-men-te a su etimología: o sea, a lo que viene después de (o se opone a) lo moderno. Luego la pregunta correcta no es tanto qué es lo posmoderno sino qué es lo moderno en arquitectura. Lo moderno, o para ser más precisos el movimiento moderno en arquitectura, se rige por los principios racional-funcionalistas establecidos por la Bauhaus (1919 – 1933) , aquella escuela ideada por Walter Gropius que revolucionó la historia de la arquitectura y el diseño, y de la que Mies van de Rohe fue director desde 1930 hasta su cierre por los nazis en 1933: austeridad en los costes, comprensión visual del edificio desde el exterior (o sea, que se viera o intuyera cuál era su función), tratamiento integral de la construcción (desde la estructura hasta la decoración interior), utilización de nuevos materiales (vidrio, hormigón y acero). A lo largo de su carrera, Mies fue fiel a las máximas de que «menos es más» y de que «la forma sigue a la función». Ambos principios lo convirtieron en una figura relevante del Estilo internacional junto a Le Corbusier, Niemeyer, Saarinen entre otros. Dicho de manera muy resumida, el estilo internacional (década 50 y 60) añade a los principios racional-funcionalistas por un lado la arquitectura en módulos que permitía la reproducción de las construcciones a bajo coste y, por otro y derivado de lo anterior, la preocupación social del arquitecto-urbanista que reivindica la capacidad que tiene la arquitectura para ordenar el territorio y influir en la calidad de vida de los ciudadanos. Pues bien, contra estas posiciones surge el posmodernismo en la arquitectura. Frente a la preeminencia de la función sobre la forma, Johnson plantea que la «forma sigue a la forma, no a la función». Una posición que, en definitiva, reivindica la figura del arquitecto-artista y de su capacidad creativa.

Pues bien, si ahora miramos el Seagram Building (dcha.) diseñado por Ludwig Mies van der Rohe, y en el que también participó Philip Johnson, observamos las diferencias en el planteamiento estético (por supuesto no puedo entrar en cuestiones técnicas). En el Seagram, Mies enseña con descaro la estructura de 38 pisos y presenta el edificio como una unidad. Por su parte, Johnson subraya la verticalidad de la AT&T Tower (hoy Sony Tower) aún manteniendo la tripartición de la arquitectura clásica en base (una espectacular entrada), fuste (unas interminables pilastras que encuadran las ventanas y unifican los 197 pisos apenas divididos por unos frisos tímidamente señalados) y remate con un espectacular frontón. El diseño de Mies, considerado una de obra maestra de la arquitectura, es un epítome del estilo internacional y de los principios funcionalistas; aunque también por lo mismo, un ejemplo de la descontextualización (el edificio podría estar en cualquier parte del mundo) que caracterizó al estilo internacional. Por cierto Johnson & Burgee son también los responsables de las Puertas de Europa (conocidas como Torres Kio) en Madrid, 1989-1996.

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